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Foto del escritorRicardo Rodríguez Santos

Reseña Metáforas del olvido, de Mayra R. Encarnación


Mayra y libro (1)

Presentación del libro Metáforas del olvido por el Dr. Ricardo Rodríguez Santos

Quiero comenzar citando al ilustre escritor argentino Jorge Luis Borges, quien al referirse a los recuerdos dijo: “…son algo a lo que no tengo derecho a pronunciar.” (Esto en “Funes el memorioso”). Para Borges el recuerdo es siempre fragmentado, huidizo, inseguro. Una imagen borrosa. Yo voy más allá y afirmo que las palabras son irrecuperables. El sentido perdido en el pasado, solo se recupera por mi lectura presente. En la mejor tradición de Borges y su Pierre Menard, yo reescribo este libro. Seguimos… El ser humano siempre ha sentido el deseo de acceder a los recuerdos. A los recuerdos idos, pasados, lejanos, ¿inaccesibles, diríamos? ¿Recordamos o reconstruimos? (Yo me planteo, en todo caso: ¿Es posible acaso recordar algo?) La memoria prodigiosa del Funes de Borges alega que el recuerdo “…No lo había escrito, porque lo pensado una sola vez ya no podía borrársele.” Él nos recuerda esa aspiración que todos tenemos muy en lo profundo: “ser como dioses”. Queremos saberlo todo, recordarlo todo. Pero, lamentablemente ¿o afortunadamente quizás? no podemos hacerlo. Metáforas del olvido de nuestra escritora y poeta Mayra Rebecca Encarnación Meléndez es un texto de relatos y versos que intenta rescatar recuerdos. Imágenes idas pero que forman también nuestro presente. Los cuentos que comentaré brevemente tienen varios elementos en común. Sofía, una adolescente en el umbral de su paso de niña a mujer, es la protagonista y víctima. Ella es un espíritu indómito que anhela apoderarse de su piel literal y metafóricamente. Esa epidermis en donde florecen las pasiones es el jardín paradójicamente ajeno de Sofía. Ese cuerpo de niña del que brota insurgente la mujer no le pertenece. La sociedad es su dueña. Pero esta joven se niega a cederlo. Los relatos muestran esa lucha entre el ser y el querer. Sofía sencillamente se resiste a no sentir, se niega a obedecer los preceptos canónicos de la sociedad patriarcal. Y pagará su osadía con la culpa, la culpa, siempre la culpa. Octavio Paz propuso alguna vez a la poesía y el amor como instrumentos para afrontar el conflicto y la angustia de los humanos al reconocerse en su pluralidad contradictoria. Se refería al concepto de otredad. Esa otredad conflictiva mueve a la protagonista de estos cuentos y poemas, sí, porque las pulsaciones de Sofía se sienten en cada línea y cada verso de este libro. “Me vi en ti” es el poema que abre el texto, y el único que comentaré. En este se plantea de entrada la urgencia de la voz poética de superar la fragmentación que separa y aliena al ser humano. Esa voz expone la necesidad de superar el pasado y reconstruir el yo a partir de la suma de yo y tú, sacando del olvido la pasión y actualizándola. En la primera historia, ¿Qué voy a hacer con tantos años en el cuerpo?, aparece por primera vez nombrado el personaje de Sofía, una joven adolescente que despierta a Eros en su piel solo para descubrir que ser mujer la coloca en una posición desventajosa frente al hombre. Siete días bíblicos marcan la trama de este cuento. Pero la protagonista no descansa al séptimo día, más bien ella descubre, se descubre. Tras el hallazgo emerge la mujer con el inicio del ciclo mentrual. Pero una mujer que, aunque cargue con su pecado original, se reconoce en su epidermis. Sofía se enfrenta a los esquemas sociales que la marcan y al exteriorizar su deseo de ser dueña de sus pasiones tiene su epifanía, y, parafraseando a Octavio Paz, descubre que toda ella es carencia y búsqueda. Esa búsqueda del otro, del hombre que la complemente, es uno de los motivos recurrentes de estos cuentos. En Espejo de Eva y Adán la focalización se mueve de una externa en el relato anterior a una interna. El lector ve a través de los ojos de Sofía, es cómplice, peca con ella. El cuento recurre al uso de todos los sentidos para involucrar aún más al lector que ve, huele, siente y toca, sí toca, con Sofía. Amparado en la metáfora del espejo, el relato funciona como un reflejo invertido que conversa con los versos de Santa Teresa de Jesús, y tal como ya sospechamos desde el título, la pasión que crece en Sofía se refracta frente a la de Santa Teresa. Si esta última anhelaba la pasión espiritual: ser una con el Señor; aquella, sin embargo, sentía igual inclinación, pero hacia lo carnal, descubrirse en el otro, ser uno con el hombre aunque fuera por un segundo… y otra vez, la culpa. En La cueva del pecado un narrador extradiegético muestra a una Sofía hundida en los ritos ancestrales de la tradición paternalista: el hombre hace y dirige el rito de la sexualidad, Sofía, en los linderos que separan a la niña de la mujer, se enfrenta al juego, pero a uno distinto: el juego erótico que marca esa transición hacia la adultez. En Shit, la condición de subalterna de la mujer se muestra al extremo. Ante la presencia del profesor las niñas lloraban y los niños lo admiraban. Es el sometimiento en grado sumo. Igual ocurre en PH Glorificado. Aquí el hombre pierde inesperadamente una batalla del cuerpo a cuerpo. Sofía hará una última aparición directa (porque sospechamos, como ya dijimos, su presencia implícita en los versos que completan el libro) en Enredadera subcutánea. En este relato se desarrolla la utopía de la unión carnal que borra las distancias y linderos entre el hombre y la mujer. En fin, Eros y Thanatos: conforman el ciclo vital de estos cuentos. La estructura psíquica del hombre está compuesta por “su lado bueno” y “su lado malo” que conviven en permanente tensión dando como resultado consecuencias, tanto positivas como negativas, a partir de un mismo hecho. Según el Diccionario de Psicoanálisis de Laplanche y Pontalis, Freud define el término pulsión como un proceso dinámico consistente en un empuje (carga energética, factor de movilidad) que hace tender al organismo hacia un fin. Una pulsión tiene su fuente de excitación corporal (estado de tensión); su fin es suprimir el estado de tensión y gracias al objeto, la pulsión puede alcanzar su fin. Esta pulsión es la energía que mueve a Sofía a aferrarse al deseo como fin en un juego con su identidad como persona y ser humano. Cuando usted lector entre a este libro, deberá estar preparado para sumar las pasiones de Sofía a las suyas. Así quizá ambos puedan construir un sentido coherente y liberador. Que disfruten la lectura.

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